A Daniel le hice fofos de bebé, con apenas unos meses, y al poco de cumplir el año sus padres me volvieron a llamar para hacer de nuevo una sesión de fotos.
Sus padres son increiblemente encantadores, da gusto trabajar con gente así. Totalmente entregados, atentos para llamar la atención del peque y abiertos a todas mis sugerencias.
Daniel, además, es igual de simpático que sus padres. A la vista está en las fotos. Daba igual que le sacábamos para jugar, que con todo se entretenía y nos sonreía.
Las sesiones de niños (a partir del año) suelen durar entorno a una hora. En ellas pretendemos que el niño disfrute y juegue con los elementos que le vamos a ir dando, normalmente de su entorno habitual, para captar esos momentos tan mágicos que ocurren cuando los niños disfrutan de lo que hacen.
En estas sesiones de fotos es importante contar con la colaboración de los padres. Ellos son claves para arrancar en los peques las sonrisas y lograr las miradas de complicidad.
Las sesiones pueden ser en interior, como esta de Daniel, o en exterior (como esta sesión de Sara y Nerea)